jueves, 25 de noviembre de 2010

Edición.

Supongo que todos queremos hacer de nuestras vidas una película, por eso es que nos la redactamos a diario, a cada segundo. La gracia de poder escribirla, es el hecho de tener el gran poder de editarla cuando deseamos. Somos tan felices gracias a nuestra imaginación: 'no, luego de eso, no le grité, en cambio, lo abracé y le dije que todo estaría bien', 'cuando me llamó la atención, yo le respondí ésto, y no me quedé callado', 'no debí haberme ido por ese camino, para qué le hice caso', etc. Y no miento, que yo me la paso haciéndolo. A veces, no es sólo el pasado el que modifico, también creo un futuro. Creo que de tanto que he imaginado, tendría que vivir una eternidad para de verdad realizar todos mis pasajes. Y lo interesante y entretenido que tiene este arte de editar y re-editar el pasado -presente y futuro-, es que, a la vez, modificas también los sentimientos, o sea, no sólo las personas son víctimas de tus anhelos y caprichos -o sueños-, o lugares y tiempos, también lo son las situaciones; a partir de un movimiento, tus marionetas siguen tus direcciones y demanda. De pronto, ya no te atrae lo que pensaste, entonces, vuelves a alguna parte que te haya marcado más y vuelves a reinventar... y a inventar... y a editar tu paraje infinito que vuelve a ti día a día con constante insistencia. Mágico.