miércoles, 8 de diciembre de 2010

códigos, mensajes, claves...

No es que antes no me haya fijado... simplemente es que el tema de pronto y rápidamente, se convirtió en algo trillado.
 ¿Qué es eso de poner 'puntitos' o 'caritas' cuando chateas? Es angustiante todo el esfuerzo en intentar crear una especie de lenguaje que sea subjetivo, pero que parta de una base objetiva. Entonces, una carita feliz no basta, le siguen un carita que saca la lengua y unos puntitos... los que, supongo, han de ser miguitas de pan, las que deben guiarme hacia el caminito, en el cual se em obliga a describir con más ahínco lo que haya estado diciendo o contando o inventando; raro.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Edición.

Supongo que todos queremos hacer de nuestras vidas una película, por eso es que nos la redactamos a diario, a cada segundo. La gracia de poder escribirla, es el hecho de tener el gran poder de editarla cuando deseamos. Somos tan felices gracias a nuestra imaginación: 'no, luego de eso, no le grité, en cambio, lo abracé y le dije que todo estaría bien', 'cuando me llamó la atención, yo le respondí ésto, y no me quedé callado', 'no debí haberme ido por ese camino, para qué le hice caso', etc. Y no miento, que yo me la paso haciéndolo. A veces, no es sólo el pasado el que modifico, también creo un futuro. Creo que de tanto que he imaginado, tendría que vivir una eternidad para de verdad realizar todos mis pasajes. Y lo interesante y entretenido que tiene este arte de editar y re-editar el pasado -presente y futuro-, es que, a la vez, modificas también los sentimientos, o sea, no sólo las personas son víctimas de tus anhelos y caprichos -o sueños-, o lugares y tiempos, también lo son las situaciones; a partir de un movimiento, tus marionetas siguen tus direcciones y demanda. De pronto, ya no te atrae lo que pensaste, entonces, vuelves a alguna parte que te haya marcado más y vuelves a reinventar... y a inventar... y a editar tu paraje infinito que vuelve a ti día a día con constante insistencia. Mágico.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

andando

Estoy en eso de los viajes... es que quiero escribir con tanto prejuicio que en realidad no porto, pero al instante, al segundo... igual pican. (sin hacer caras)

Sí, eso es lo que pasa debido a la cultura que te rodea... Lo bueno es que siempre se puede salvar la mente y cada acción.
Quiero hablar un poco sobre el hecho de hablar 'abiertamente'. No, en realidad no. El lunes pasado fui a ver a Joshua Radin; tocó en First Avenue, un lugar de Minneapolis donde bandas nacen. El lugar me gusta porque es pequeño y, sea quien sea que vaya, tienes al artista a no más de ocho o diez metros de distancia.
Antes de él, tocaron dos bandas: Kelley James, quien cantó y tocó muy bien, tiró un free style y resultó ser bastante entretenido; la sengunda, fue Good Old War que, a mí parecer, fue genial. Ahora estoy escuchando uno de sus CDs y la verdad... es que en vivo son geniales. Me refiero a que el CD está buenísimo, pero en vivo dan un escenario equivalente al trabajo de su música. Bueh... quizá estoy exagerando demasiado porque me encantaron... ¿y? La subjetividad a veces no es tan mala, de alguna forma tenemos que enamorarnos... ¿o no?
Joshua, antes de cada canción, contaba el motivo o las razones sentimentales que lo llevaron a componer las piezas de su trabajo: [...] Well, this song I wrote it eleven months after my girlfriend and I broke up, yeah, it took me almost a year to get over her and [...] (bueno, esta canción la escribí once meses después de haber terminado con mi polola, sí... me llevó casi un año olvidarla), [...] This song came to my mind when I was in Dakota, sitting on a dock [...] (Esta canción vino a mi mente cuando estaba sentado en un muelle en Dakota). Yo pensaba en las cosas que yo he escrito y cuánto me gustaría poner antes de cada uno de ellos en qué momento de mi vida lo escribí y qué sentía... claro está que el poema debería decirlo por sí solo, pero la verdad es que no siempre me resulta tan completo. Luego, me aterré al pensar que podía describir el contexto de cada poema y volví a la idea de que hay cosas, sucesos, sentimientos que son mejor dejarlos en el complejo mundo mediático interno -allí, donde queman las papas, en la crisis del día a día, en el darle vuelta y revuelta a la misma lesera-.

¡qué genial tener la habilidad de tocas un instrumento!

(sí, no hay conclusión)

sábado, 16 de octubre de 2010

No es bueno el que te ayuda, sino el que no te molesta.

Para comenzar a escribir en este día, debo citar a Arjona con su afirmación ‘no es bueno el que te ayuda, sino el que no te molesta’ extraída de la canción Me Enseñaste. Yo no sé qué pensarás…¿será cierto? Yo digo que sí.


Tengo en mi mente un recuerdo firme de cuando estaba en tercero o cuarto básico -es importante notarlo, más que nada por la edad- en el cual, estando en la sala de clases, vi un sacapuntas tirado en el piso al lado de la mesa de una compañera que, si bien no éramos yuntas, mugre ni mantequilla como a esa edad suele suceder que en un día lo eres y al siguiente eres ya de otra uña y/o pan , nos llevábamos bien. Con esa compañera, Francisca, éramos incondicionales sólo en las mañanas cuando llegábamos al colegio; yo tenía mis manos muy calientes y ella tenía las suyas muy heladas. Sin tener nada más en común que el egoísmo de satisfacción:

-¡Ahí llegó la Rita!- Y partía Francisca a encontrarme para tomar mis manos y ponerlas en su cara mientras yo feliz sentía las de ella en la mía. No recuerdo que fuese así todos los días, pero sí la mayoría.

El sacapuntas estaba en el piso y yo tenía dos opciones; gritarle y decirle que su sacapuntas se encontraba al lado de la pata de su mesa, que lo recoja; o, levantarme, recogerlo y entregárselo. La segunda opción fue tomada. Recuerdo su cara de sorpresa y gratitud cuando, parada al lado de ella, le entregué su sacapuntas.

Lo que me sorprende no es haber hecho aquello, sino que incluso a esa edad, entre siete y ocho años, ya se podía sentir en un ambiente infantil un individualismo y desinterés hacia el otro, de tal forma que ella encontró mi gesto extremadamente bondadoso, lo que llevó a que esa misma tarde al estar escogiendo a un compañero como el mejor de la clase, ella ofreciese mi nombre… el que tristemente tuvo dos o tres votos.

Y la verdad es que no soy tan buena; el otro día estuve a punto de molestar a mi ex con un correo electrónico… menos mal que me dio rebote.

domingo, 3 de octubre de 2010

Deaf

Después de mucho tiempo, finalmente, estoy tomando clases de lenguaje de señas...¿para qué? Para ser más cool,  por supuesto... no, esa no es la respuesta. Es tan sencillo como conocer un mundo totalmente nuevo, algo parecido a cuando te aventuras al mundo de una persona, un idioma, una cultura; entender. Y es que más allá de ser un idioma distinto, hay factores que van consigo y me dejan perpleja. Yo creía que sólo iniciaba una nueva materia: estructura gramatical, movimientos, nuevas personas que conocer, leer y bla bla. Mi sorpresa se dio cuando el profesor era sordo-mudo, sorpresa agradable, pues sería un "hablante nativo" -no sé si lo que acabo de escribir haya encajado bien-; por ser primera clase, teníamos a una traductora, la que hizo que la primera clase fuese fácil y didáctica. Nuestro terror comenzó cuando supimos que desde la segunda clase sólo seríamos nosotros -llenos de ganas de aprender... pero sin saber más que el abecedario en señas- y nuestro profesor. Personas habíamos de todas las edades y procedencia cultural. Mateo, el profesor, analizó la empatía que podíamos tener  latinoamericamos, africanos y sordomudos en la cultura estadounidense. No fue despectivo en alguna forma, sólo comparó la fase de integración en común y la empatía que siente -sentimos- ya que deben 'luchar' por abrirse un espacio -me carga que se me olviden las palabras '¿equitativo?¿igualativo?¿por igual?¿equal?'-  dentro de esta sociedad. En la primera clases aprendimos más sobre la cultura, por ejemplo, los hijos al terminar la escuela, suelen dejar el hogar, el que realmente no llaman hogar, sino que lo ven como un centro de incompresión -esto cuando los padres son oyentes-, para buscar a otros pares, ya que como todo ser humano necesitamos, más que ser comprendidos, sentirnos comprendidos.  Y si nuestra principal fuente de amor -padres- no tienen esta habilidad, será muy difícil encontrar una vía para el crecimiento de lazos afectivos. TÚ NO ME ENTIENDES.
Cuando el profesor decía esto, yo recordaba mi período -o períodos- de incomprensión dónde solía decirle aquéllo a mis padres, e imaginaba cuán difícil debía ser para un hijo sordo-mudo lograr que sus padres oyentes lo entiendan, puesto que si bien los padres tienen la posibilidad de aprender un nuevo idioma para comunicarse con su hijo, las circunstancias y herramientas para convivir en este mundo son... distintas.
Mateo, nos contó que es preferible que suceda un caso padres e hijo sordomudos que padres oyentes e hijo sordomudo, de esa manera, se logra el desarrollo de la persona en todo aspecto, ya que como la naturaleza lo ha mandado desde siempre, nuestros padres son nuestro pilar y de allí todo lo demás es un parque de juegos.
Ya estoy aprendiendo vocabulario y tengo preguntas para la siguiente clase.
Hay algo que percibí mientras transcurría la hora. Me era difícil mantener la atención -vista- hacia el profesor, acción primordial si quiero saber qué me está diciendo. No es fácil. En una clase de oyentes, simplemente bajo la cabeza mientras mis oídos automáticamente reciben la información, o parte de ella; aquí fue imposible captar algo sin tener mi cabeza fija a las manos, expresiones e intenciones del profesor. También, pasó que en algún momento incómodo en el que necesité mirar hacia otro lado, al volver la vista hacia el profesor me di cuenta que lo que había hecho hace un momento fue una estupidez, pues dejé de ver qué señas hacía y por lo tanto me perdí. ¿Qué haría si no pudiese oír? Mi vida sería completamente complicada y mis ojos serían mi salvación.

domingo, 29 de agosto de 2010

No es que el pasado vuelva a uno, no, no es así. Uno vuelve al pasado. Las circunstancias son varias. O el destino te ubica en un lugar, a determinada hora de un determinado día, o es la manía de uno mismo de no estar satisfecho con el presente y buscarse por los recovecos que el pasado dejó y, por consecuencia, terminamos en el pasado -no en el recoveco que nos dejó- y... y ahí te encuentras; de vuelta en el tiempo atrás. A mí particularmente me sucede cuando sueño cosas. Las sueño, no porque surjan de mi espontánea liberación de imágenes -que tan creativa no soy-, las sueño porque las robó de un pasado. Recuerdo algo y ¡listo!, comienzo un viaje futurístico -sí, también de ciencia ficción, a veces- donde la semilla es el pasado; él, ella, eso, aquella, el suelo, un gato, saltamontes, ranas, nube, hoja, etc. Y ni hablar de soñar dormida, porque de eso yo no me hago cargo. Hablo de esos sueños predichos en el placer de creer que están sucediendo al mismo instante que cerraste los ojos en otro mundo, otro misterio y viven y suceden y son tan... falsos.
¡ay, qué hacer! Hace un tiempo me cuestionaba si aquéllo pararía en algún momento y ya me estoy dando por vencida que ocurrirá hasta que ya no pueda pensar. Lo que se me hace agotador... no deseo verme en cuarenta años más perdida en mi cabeza sin haber logrado ninguno de mis sueños en esta realidad (aunque sería feliz que más de alguno realmente nunca sucediese).

jueves, 25 de marzo de 2010

" ¿te imaginas un amor así? Sin el desgaste de lo cotidiano, lo obligatorio".

Fui a ver el secreto de tus ojos (que ya no sé si es de sus ojos o qué). Hace tiempo que no veía una de esas películas no nacidas de luces y estrellas llamativas, sino que de unas más bien guardadas y protegidas para algunos.

domingo, 7 de febrero de 2010

Casualidad

No creo en un destino, mas sí en casualidades.
Creo en ellas, porque son las que he presenciado, son las que he tenido al borde de mi mano por milésimas de segundos y ni siquiera han sido mías, porque se van, desaparecen y sólo me dejan el momento para cuestionarlas o darme una risita de esas caprichosas. Un destino, qué es eso. Varios destinos, qué son.
Casualidades como dejar a un "ex" en el paradero al momento de subir yo a la micro y encontrarme con una "ex" dentro de ella, donde las versiones quedan separadas no por el tiempo, sino que por pasos, ventana, metal y unos bombeos -esa estuvo de película-. Que mi perro haya caminado por el cerro Condell de Curicó y se haya parado en el límite de la calle; a lo lejos venía un auto, por lo cual comencé a gritarle para que viniera hacia mí, él no hacía caso y en el instante que el vehículo pasó a toda velocidad él giró su cara y el auto rozó su mejilla -los perros la tienen, ¿verdad?- y mis pulmones murieron por un segundo y no sé si me sentí más agradecida que culpable. Como que un amigo te haya hablado toda la tarde de un tío al cual se encontró -también- por casualidad hace unos días y, que al momento de dejarte cerca de casa, también se lo encuentre y se vaya con él. Que hayas querido enviarle un mensaje a un amigo y justo en ese momento te llame tu pololo, por lo que te pones a conversar tranquila en tu celular y luego al cortar, te quedas con la opción de mensaje de texto y escribes el mensaje más romántico de la historia, presionas enviar y "error", se lo has enviado a tu amigo, su polola lo lee y todo es un alboroto -yo creía que sólo sucedía en las películas-.
Como que que después de tanto andar, por fin sientes esa seguridad para entregar tanto y la persona que tenías en mente sigue pensando en alguien más, casualmente como tiempo atrás la misma persona pensaba en ti pero eras tú quien tenía a alguien a cuestas -eso es como tu cosecha-. Casualidades...casualidades...casualidades... creo que seguiré teniendo esa sonrisa-risa-cerrada de ojos desorientados cada vez que algo suceda por casualidad.